Mindfulness y la Rumia.
Darle vuelta a las cosas es muy normal. Y no hay nada malo en ello, siempre que sea adaptativo y útil. Una vez pasados esos límites, es cuando deberemos poner de nuestra parte para no caer en la rumia. Por eso, vamos a daros unas cuantas claves para cuando pase eso. Y para cuando no pase, también. Porque mantenernos en el presente ayuda a todo ello de diversas maneras prácticas.
¿Qué es la rumia?
Son pensamientos improductivos a los que les damos vueltas y vueltas como una vaca de la vuelta al pasto que tiene en la boca. En la mayoría de casos, no nos llevan a ninguna conclusión nueva. Ni nos aporta nada más que cansancio y gasto de recursos.
Técnica de los 2 minutos para tratar la rumia
Una técnica que podemos trabajar cuando se den esos pensamientos rumiativos son hacernos estas tres preguntas y contestarlas. Aunque sea mentalmente.
– ¿Me siento mejor pensando esto?
– ¿Encuentro la solución al problema al estar rumiando?
– ¿He encontrado algo diferente de mí o del tema?
Verás que mostrarás a la propia mente la inutilidad de ese trabajo de rumiar sin resultados satisfactorios. Te recomiendo que lo hagas en el momento que te pase, para no dejarte llevar por la procrastinación.
¿Por qué rumia la mente?
La rumia es un bucle que no te lleva a ningún lado nuevo. Se da gracias a un refuerzo intermitente de esa conducta, lo que hace que la mente siga haciéndolo. Nos referimos a que a veces, aunque sean pocas, el rumiar nos lleva a tener un punto de vista diferente. A considerar cosas que antes no habíamos visto o tenido en cuenta de esa manera concreta. Por lo que a veces, se convierte en útil, de alguna manera, aunque sea mínimamente. Aunque sería igual de útil que usar una máquina tragaperras de un bar para sacar dinero. Es decir, si la usáramos porque por cada moneda que invierta van a salir 15 nuevas, sería útil. Pero funcionalmente al igual que rumiar, finalmente no nos suele llevar a una conclusión que nos aporte algo nuevo y útil.
¿Llegamos a conclusiones mejores por rumiar sobre un tema que nos preocupa?
Veremos que no. Incluso puede acabar «manchando» la posible solución o forma de tratarlo que se haya tenido. Por lo tanto, no nos enfocaremos en tratar de no rumiar, sino más bien en darnos primeramente cuenta de que lo hacemos. Y luego, con la práctica, enfocarnos en algo que realmente sea importante en ese momento cuando nos sepamos rumiando.
Ejercicios de Mindfulness informales enfocados en dejar de rumiar
Hay diversas maneras en las que podemos trabajar Mindfulness y la rumia. Una de ellas es con un trabajo de propia conciencia de los eventos internos. Y una vez que se sea consciente de lo que pasa en nosotros, saludar a los pensamientos y dejarlos ir. Sean rumiativos o no. Con el fin de practicar la habilidad de ser conscientes de ellos y dejarlos ir.
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