«La meditación mindfulness centrada en la respiración es el “ancla al presente” más poderoso que podamos tener.»

¿Por qué? Sencillo y revelador: la respiración siempre va con nosotros.
Esto permite tener la posibilidad de estar y entrenar el “aquí y ahora” cada vez que tomemos un momento para atender a la respiración. ¿Así de fácil?
Bueno, como todo lo importante en la vida, hace falta algo de entrenamiento. Cuando hacemos una práctica de meditación mindfulness centrada en la respiración, vamos teniendo sensaciones de:
- calma
- claridad
- ecuanimidad
- confianza
- aceptación de lo que pase
Y con ello estamos condicionando el hecho de “atender a la respiración” (estímulo «A») a “todas esas sensaciones” (estímulo «B»). Aquellas que has estado sintiendo mientras has estado meditando. Reflexiona sobre algo: la palabra “mesa” representa para ti un mueble de cuatro patas (normalmente, aunque las hay de 3 y de diferentes estilos). Piensa ahora que tender a la respiración te hará experimentar ese estado temporal que has estado practicando con Mindfulness. Porque cuando hagas “A” (atender a la respiración) aparecerá “B” (todas esas sensaciones que has percibido en la meditación).
Más allá de ésta explicación teórica de laboratorio, está la práctica y con esa todo se entiende mucho mejor. Pongamos el ejemplo de que estás trabajando y que, de repente, hay un hueco entre una tarea y otra. Si has estado haciendo prácticas Mindfulness centradas en la respiración, es bastante posible que en ese momento seas conscientes de cómo entra y sale el aire por tu cuerpo. También notarás los movimientos que realiza tu cuerpo inspirando y espirando. Esta “propia-conciencia de la respiración y el cuerpo” te permitirá conectar con el momento presente. Y con ello traer a ese instante las sensaciones que has experimentado mientras realizas una meditación mindfulness centrada en la respiración.
Imagínate estar en septiembre en una playa desierta, tranquilamente. Recréate en la temperatura tan agradable, con el sonido del mar de fondo, recibiendo el calor del sol a la vez que la brisa te refresca. Nótate sintiendo una gran calma y paz interior. Imagina de qué color sería la arena, el agua, si habría pájaros y cómo se escucharían. Imagina el olor de la crema solar, el olor del mar. Ahora imagina que alguien te ofrece ir a la playa. Seguramente te vendrán todas esas sensaciones (aunque sea levemente) e imágenes sobre lo que te gustaría que fuera “ir a la playa” para tí. ¿Bien?
Meditar centrándose en la respiración es parecido a ésto. Nuestro cerebro funciona por asociaciones y al igual que hablar de la playa te puede traer al momento presente todas esas experiencias descritas. Es preciso y genial atender a la respiración aunque sea unos segundos mientras estás desarrollando cualquier tarea evocará todas esas sensaciones de calma, paz, confianza… que trabajas con Mindfulness en la «práctica formal».
¿Lo ves complicado? Solo es cuestión de practicar semanalmente varios ratos, entender un poco cómo funcionas por dentro y confiar en que saldrá bien. Todo ello con unos buenos guías. Y en eso nosotros vamos a acompañarte.
No lo veo complicado, sólo hay que encontrar fuerza y tiempo.
Gracias ?
¡Genial! Busca el tiempo y la fuerza irá viniendo poco a poco, aunque haya días en las que no esté, también podemos aprender a meditar sin ella. 🙂